viernes, 4 de enero de 2008

Finalmente ha decidido escribir y eso después de semanas en las que mi compadre me ha atormentado día y noche, y por todos los medios posibles para que lo haga. Encuentro un poco dispersa la temática del blog, por un lado el diario de Memo, por otro las cartas de amor que el mismo compone y por ahí también reflexiones de política latinoamericana y mundial con acentos en el cambio climático, tema muy en boga que por momentos me parece ya una paranoia, pero que sin duda debe ser tomado en cuenta. Resta establecer el grado de sensatez para abordarlo.


Yo trabajo en la industria de los medios y me gustaría decir que SOY periodista, pero la verdad es que a veces me parece que ese mote me queda grande y otras veces siento que la tecnología ha rebasado al oficio. En realidad como todos los oficios el mío ha generado una mística a su alrededor intentando dignificar su labor y sobre todo hacerla ver como noble, loable e indispensable para el desarrollo de la sociedad moderna. Tal vez sea cierto, pero creo que la solemnidad que acompaña siempre a las acciones humanas - igual que la que rodea a mi oficio y al de los demás- es un gran lastre para el pleno desarrollo de nuestra especie.

Esa solemnidad es la primera en frenar el desarrollo y la adaptación del hombre a las nuevas condiciones de existencia por que impide el razonamiento y la búsqueda de bien común o en palabras menos rebuscadas…lo más conveniente.

Me acuerdo de muchos ejemplos, por ejemplo cuando el INAH clausuro una obra de rescate de calles en el centro histórico por que durante los trabajos se encontró una desagüe porfiriano. Osea un montón de ladrillos de barro que transportaban mierda y que además seguramente eran culpables de los males olores de la zona, pero que ha decir de la noble institución eran una ventana al pasado, que por cierto nadie había querido abrir.

Igualmente podemos trabajar a la inversa, en una ocasión reportamos el hallazgo de una pirámide en Iztapalapa...según el jefe de excavación algo sin precedentes y que no se había explorado por que la delegación tenía un plan para hacer una macroplaza hasta con gradas para llevar espectáculos onda el zócalo y obvio una revisión del INAH hubiera bloqueado el plan del delegado. Eso si, el funcionario local había instruido a la constructora para que en el concreto estampado de la plaza pusiera grabados prehispánicos que celebraran el antiguo esplendor del señorío de Iztapalapa y realzarán el orgullo de todos los Iztapalapenses. Esa tal vez sea una solemnidad figurativa sustentada en ignorancia y algo de mesianismo chichimeca.

En general todos somos solemnes e incurrimos en acciones y sentimientos ridículos que nos privan de mejorar nuestra situación personal y de convivencia con los demás. Todas las decisiones se hacen más complicadas por un halo inteligible, que tal vez sólo existe en nuestras cabezas, pero incluso llega a pesar más que la realidad en bruto.

Si eso pasa en nuestro microcosmos imaginen lo que un mundo de 6,500 de individuos deja de hacer todos los días por mejorar la existencia colectiva?

Yo ya no quiero ni pensar....tal vez termine por herir muchas de mis propias susceptibilidades

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