viernes, 28 de marzo de 2008

Emofóbicos=nazis


Resulta que a unos días de que regresé de Alemania con el nazismo rondando mi cabeza, tratando de comprender desde una perspectiva personal, a ras de suelo, al nacional socialismo alemán y sus impulsos genocidas me enteré que había un odio público en contra de un grupo denominado los emos. De entrada hay que decir que los emos son un fenómeno que ocupará un lugar en el ideario mexicano compartiendo un lugar junto al chupacabras y otros fenómenos alimentados por la conciencia nacional expresada en el televisor. En realidad los emos como grupo me provocan el mismo interés que Niurka, o el último chisme de Luis Miguel, lo que me parece terrible es la reacción de la sociedad mexicana, tan colonial ella, hacia un grupo de chavillos con flequillo y actitud a lo Werther postmoderno. Cada día me convenzo más de que la sociedad mexicana ha tenido apenas algunos cambios desde la época novohispana del siglo XVII. Los licenciados y doctores abundan como antecedente del nombre, los mande como respuesta educada y sumisa, como fórmula de las buenas costumbres y claro también la intolerancia ante los ataques a las buenas costumbres. Por ello no es sorpresivo que el título de este post haga sentir a muchos emofóbicos un poquito orgullosos y es que el ideario nazi le hace sentido a muchos mexicanos acostumbrados a una sociedad segmentada por raza y clase social en donde el criollo ocupa la cima de la pirámide al igual que el germano ocupaba la cima de la sociedad alemana en el ideario de los nazis. Lo revelador de los linchamientos de los emos y lo que hace pensar que la sociedad mexicana avanza poco, es que fueron los jóvenes los que tuvieron una reacción digna de la inquisición, uno pensaría que los yunques mandaron a la policía, pero no, fueron los jóvenes que se sienten ofendidos al ver proyectadas sus filias internas transformándolas en fobias, como el homofóbico que visita y seduce jovencitos. Lo peor es la reacción de la sociedad que en un acto de lobotomía y conservadurismo simpatiza con los emofóbicos, estas personas que de los emos no sabían nada hasta que los noticieros se los dijeron en una narrativa didáctica de la mojigatería. Concluyo, hay que ser verdaderamente pendejo para apoyar las agresiones en contra de un grupo sólo porque sus miembros usan flequito, seguramente los mismos imbéciles que se quejan de los emos hubieran aventado a la hoguera los libros de Goethe en una calle cualquiera de Berlín en 1933.

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