jueves, 2 de febrero de 2017

De simetrías y olores

Hace poco me dijeron "... todas las chichis son bonitas", a lo que tuve y tengo que contestar: No. He tenido para fortuna mía la posibilidad de ver, tocar y más  una buena cantidad de senos en mi vida, y he de decir que aunque en su mayoría son fascinantes hay algunos que no lo son tanto. Sin embargo a esta hora me recuerdo de un par distinto, nuevo, fascinante que tuve a bien conocer el primer mes de este año.

Los segundos, eran estéticamente increibles, simétricamente elegantes, tenían un color y un término que me hará recordarlos por mucho tiempo, sobre todo tenían algo que hacía mucho tiempo no veía en vivo, la conjunción entre los senos y el tórax, el depósito de los mismos sobre la caja torácica era perfecta, simétrica, alevosa. Cualquier revista de lencería pagaría por tener entre sus hojas una fotografía de este hermoso par de senos.

Los primeros fueron distintos... inolvidables completamente. Su tamaño y su color junto con el color de su culmen coqueteaban con la perfección, además tenían algo que no me permitirá olvidarlos jamás, su olor. Tengo una fascinación por el olor entre los senos, podrían volverme esclavo, hacerme un súbdito eterno a partir del olor de esa bendita parte. Es tal, que sería yo capaz de estar siendo restregado por una lija de madera en la cara y si tuviera ese olor sería yo capaz de sentir que estoy siendo acariciado por la seda más fina, la más delicada. Me gustaría ser capaz de poner mi boca en cualquier parte de ese cuerpo porque ya fui drogado por ese olor. Como Amapolas u otro tipo de flor que sabes que son la fuente del opio necesario para perderte, a eso olían esos senos inolvidables.
No, no todas la chichis son bonitas, hay unas inolvidables aunque solo los hayas visto, tocado u olido por algunos segundos.
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miércoles, 1 de febrero de 2017

Requiem

Disfruté tanto tanto cada parte, y gocé tanto tanto cada todo. Que me duele algo menos cuando partes, porque aquí te me quedas de algún modo. 

Ojalá nunca sepas cuanto amaba descubrirte a los trillos de la entrega, ni el secreto esplendor con el que esperaba tu reclamo de amor que ya no llega.

¡Anda! Corre donde debas ir, ¡Anda! Que te espera el porvenir. Vuela que los cisnes están vivos, mi canto está conmigo, no tengo soledad.

Si uno fuera a llorar cuanto termina, no alcanzara las lagrimas a tanto, nuestras horas de amor casi divinas, es mejor despedirlas con un canto.

¡Anda! Corre donde debas ir, ¡Anda! Que te espera el porvenir. Vuela que los cisnes están vivos, mi canto está conmigo, no tengo soledad.


Silvio Rodríguez Dominguez.